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Sunday, December 23, 2018

Sergio Pastrana

Foto Diario de Jerez.

Hace dos días que me he enterado, y hace dos días que no dejo de pensar en él. Nuestro amigo Sergio Pastrana nos ha dejado. Una leucemia se ha llevado otra alma buena, esta con solo 33 años. Sabemos que la vida es injusta en muchas ocasiones, pero ejemplos como el de Sergio hacen que dicha afirmación quede incluso corta.

No sé muy bien por donde empezar, aunque tengo claro cómo terminaré...

Conocí a Sergio cuando él empezó a competir en el Campeonato de Andalucía de Velocidad. Sergio y su familia dedicarían el resto de su vida a la competición. Si tuviera que hacer una lista de los mejores pilotos andaluces de velocidad de los últimos 20 años tendría multitud de candidatos, pero seguro que Sergio estaría en ella. Un piloto de moto pequeña, dedicado, muy fino en su pilotaje, muy rápido, tan bueno en su avión de Yamaha Jog como en sus R6´s, y por supuesto un deportista de deportividad exquisita. Ganaría multitud de campeonatos, no solo en Andalucía, sino de España, en su segunda etapa como piloto, ya que, después de muchos años y éxitos, se tomó un breve tiempo de retirada tras lo cual volvió a la escena nacional justo cuando los tiempos de crisis cambiaron para siempre el panorama de la velocidad en nuestro país adaptándose a los nuevos vientos, en los que Sergio volvió a triunfar.

El caso es que los éxitos deportivos, por importantes que aquellos fueron, no llegaban a la suela del zapato comparándolos con los valores humanos de Sergio. El Sergio persona, el Sergio amigo, estaba a años luz por encima del Sergio piloto. Con el calibre de sus logros deportivos, imaginaos los significa la frase que acabo de escribir. 

Y no exagero un ápice, no me gusta hacerlo ni con los amigos. Y Sergio fue uno de ellos. Simplemente es lo que era y como se merece que lo definamos y recordemos. Sergio era un modelo a seguir, y una de las personas más maravillosas que me he encontrado en mi vida. No hace falta decir que, alguien así, en los oscuros, egoístas, interesados, falsos y llenos de gente de mal vivir paddocks del mundo de la competición de motos (y que me perdonen los pocos, y Sergio sirve de máxima expresión de ello, buenas personas que por generalizar estoy metiendo en el mismo saco), era como encontrar un oasis en el paddock. Recorrí todos los circuitos permanentes y urbanos de toda España durante veinte años y Sergio y su familia eran de esas personas que estabas deseando saludar al llegar a ellos.

No recuerdo si llegamos alguna vez a ser rivales en pista, creo que no, desde el principio fuimos él un piloto de 600 y yo de 1000, con lo cual siempre estábamos en parrillas diferentes, así que no pude disfrutar en competición de tener un rival con esos galones deportivos y humanos, aunque hubo un año en el que sí que compartimos mucho más. Como lobo solitario o superviviente selvático pocas veces he tenido compañeros de equipo, pero sin duda Sergio fue alguien muy especial con el que compartí colores en mi temporada en el CEV en 2006. Difícil tener un compañero mejor. Siempre colaborador, siempre dispuesto, siempre respetuoso, educado, sonriente, humilde, acogedor, generoso, y podría seguir gastando adjetivos del mismo calibre cual ametralladora disparando sin parar, y ni una de las balas sería injustificada o gratuita. Así era Sergio.




Cuando pasa el tiempo todo se olvida, todo se diluye, todo se termina resumiendo en los granos finos de arena en los que las piedras terminan convirtiéndose al final, para volver a ser piedras otra vez en el futuro, y con las personas esa fina arena son los rasgos esenciales de la personalidad, tan grande en el caso de Sergio, que perdurarán como un diamante en la memoria de los que le hemos conocido, brotando en nuestra mente, para darnos alegría de haber compartido momentos con él, en los duros momentos en los que las lágrimas aparezcan en nuestros ojos por la pérdida y rabia de lo injusta de su marcha. Momentos como este en el que a duras penas consigo terminar esta carta, abierta al mundo y para Sergio, y los que vendrán cada vez que nos acordemos de los grandes recuerdos que como persona Sergio dejó en todos los que le conocimos.

Descansa en paz, Sergio.

Tu amigo ‘el Mae’

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